Esteban Borrell, FC Barcelona

FC Barcelona – FC Bayern: ¿llevar la iniciativa o jugar al contraataque?

Luis Enrique y Pep Guardiola deben llevar varios días reflexionando. Confusos. La Champions League ha querido que ambos se enfrenten y eso abre un abanico de posibilidades para cada equipo. Ambos entrenadores han apostado durante el año por un juego ofensivo y, aunque en el Barça solo fuese en el último tramo de la temporada, con el balón como protagonista. Pero ahora, ¿quién va a querer llevar la iniciativa? ¿Es mejor esperar en la ida y no arriesgar o salir a por todas desde el inicio?

Siendo la ida en el Camp Nou, lo lógico sería que el FC Barcelona saliese a buscar arriba al Bayern desde el primer minuto. Presión, intensidad y velocidad. El público pedirá salir al ataque y, por ello, personalmente, apostaría por un Barça valiente. Valiente pero no temerario. En los primeros minutos se tratará de buscar rápidamente a los delanteros para así obligar al Bayern a recular. Ahí, le toca decidir a Pep.

Las bajas del conjunto alemán obligarán a Guardiola a cambiar ligeramente el plan que podría tener previsto con Robben y Ribéry. Es difícil imaginar lo que Pep puede tener en mente pero cuesta pensar que el Bayern vaya a obsesionarse con el balón. Defender con balón en el Camp Nou es complicado por, entre otros, dos factores: presión del Barça y ataques tras pérdida. Perder un balón en el centro del campo o en la defensa contra el Barça es sinónimo de peligro y, en consecuencia, Pep puede renunciar a lo que habitualmente pide.

Las claves:

  • Dominio en el centro del campo: el equipo que gane la partida en el centro del campo será, probablemente, el que sufra durante menos minutos. Por ello, es posible que Guardiola apueste por reforzar la medular.
  • Busquets vs Xabi Alonso: en la batalla por el centro del campo son dos jugadores fundamentales. Busquets y Alonso son los líderes en el medio y deben tratar de equilibrar a su equipo. Luis Enrique debe tener muy en cuenta la última eliminatoria entre Barça y Bayern donde los alemanes destrozaron a un Barça completamente partido.
  • Inspiración culé: Messi, Neymar y Suárez llegan en un momento de forma espectacular. Los tres delanteros son peligrosos por separado y letales cuando se juntan. Si están acertados, casi imposible pararlos.
  • Ter-Stegen vs Neuer: jóvenes y atrevidos con los pies, ambos guardametas pueden marcar la diferencia en momentos puntuales.

El fútbol no entiende de lógicas y menos cuando se enfrentan dos equipos tan potentes en todos los aspectos. Siendo así, simplemente disfruten de una de las mejores eliminatorias que podrán ver. Luis Enrique vs Pep Guardiola. Busquets vs Xabi Alonso. Messi, Neymar y Suárez vs Götze, Müller y Lewandowski. En definitiva, FC Barcelona vs FC Bayern. Fútbol en estado puro.


«Lo más maravilloso de mi profesión es imaginar el partido que va a suceder mañana. Con los jugadores que yo tengo, con esas herramientas que tengo, con el contrario, que sé lo que hace, soñar qué va a pasar»

Pep Guardiola

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Esteban Borrell, FC Barcelona, Leo Messi, Liga BBVA

Valor en alza

En economía, la especulación consiste en efectuar operaciones comerciales o financieras con el fin de obtener beneficios basados en la variación de precio. La especulación conlleva riesgo. En fútbol, la especulación se relaciona con equipos inestables. Equipos que no consiguen controlar el encuentro y arriesgan debido a una incapacidad. La incapacidad puede darse por muchos motivos, pero, normalmente, se da por falta de control sobre el rival. En el Camp Nou, el Barça goleó a un Sevilla muy por debajo de su nivel. Pero no es oro todo lo que reluce, ni harina todo lo que blanquea. El Barça especuló y, por momentos, volvió a mostrar síntomas de incapacidad.

Aspirina FIFA

El famoso ‘virus FIFA’ se convirtió esta vez en aspirina para Luis Enrique. El equipo llegaba al parón con muchas dudas que debía tratar de solventar lo antes posible. Para eso, el asturiano iba a contar con dos semanas sin partidos. Donde no especuló fue en el once. Luis Enrique salió con todo y eso se vio reflejado en los primeros minutos. El FC Barcelona parecía querer cambiar su juego. Los problemas del equipo en la creación parecían solventarse en los primeros minutos gracias a la ayuda de Xavi en la recepción y al despliegue de Rakitic.

Con el Sevilla todavía contemplativo, el Barça consiguió dominar con tranquilidad los primeros minutos. A pesar de no estar precisos en el último pase, no faltó intensidad. Varios jugadores tenían cuentas pendientes y era importante mostrar actitud. Uno de ellos, Leo Messi, que había dejado su futuro en el aire, fue recibido con aplausos. Unos aplausos que iban a durar toda la noche.

El mejor de la historia

Es posible que Kubala pueda discutirle a Messi el ser el mejor jugador de la historia del FC Barcelona pero lo que ha hecho Leo no lo ha hecho nadie. Simplemente, el mejor. Messi dio una exhibición digna del máximo goleador de la historia de la Liga. El argentino abrió y cerró el marcador en una noche que no olvidará jamás.

Volviendo al partido, Messi hizo lo más difícil. El Barça empezaba a bajar el ritmo y, en una buena falta provocada por Suárez, Messi fusiló la escuadra. La falta estaba mejor situada para un diestro pero Messi no entiende de lógicas futbolísticas. El 1-0 serenó al equipo hasta el punto de ceder terreno a un Sevilla que parecía poner la alfombra a Leo Messi. Los de Emery crecieron y las dudas volvieron al conjunto de Luis Enrique. El centro del campo perdía poco a poco la batalla por la posesión provocando que el Sevilla llegase cada vez con más hombres al ataque. Y ahí el Barça sufre. El Sevilla fue impreciso en el último pase y eso salvó a un Barça que necesitaba el descanso cuanto antes.

El Barça se desploma

El valor del Barça, si de Bolsa se tratase, se hubiese desplomado. Si especulas, puedes hundirte. Tan solo había pasado un minuto tras el descanso cuando Jordi Alba marcó en propia puerta. Si el Sevilla llega, puede marcarte. Parece lógico pero es la tónica habitual de la temporada en Can Barça. El querer ser más verticales implica partir al equipo y generar un descontrol que solo puede traer cosas negativas. Se vio con el Tata Martino, con Tito Vilanova e, incluso, con Pep Guardiola, el Barça sufre en partidos descontrolados.

Faltaban 45 minutos y el equipo debía demostrar que iba a más. La reacción no se hizo esperar y Neymar, tras un gran centro de Xavi, peinó el balón al fondo de las mallas. Habían pasado dos minutos tras el empate. Con 2-1, el Barça debía controlar a un Sevilla que parecía estar herido de muerte.

Al más puro estilo Madrid

El Barça remató el partido como lo solía hacer el Madrid. Puede gustar más o menos, pero Suárez y Neymar se dedicaron a jugar al espacio en la mayor parte de la segunda mitad. No lo hizo Messi, que debía bajar a recibir para tratar de crear en un centro del campo algo gris. Fue a la contra cuando el Barça mató el partido definitivamente. Primero Rakitic a pase de Suárez y luego Messi a pase de Neymar. El resultado era claro pero, ¿lo era el juego?

Es cierto que el equipo está en construcción, a pesar de estar a las puertas de diciembre, y que la plantilla ha cambiado con respecto a los años anteriores. También es cierto que, quizá, ya no sea posible jugar como se hacía antes. Hace uno o dos años el Barça tenía graves problemas en muchos partidos pero siempre mantuvo la idea de juego. El centro del campo mandaba y a partir de ahí se generaba el resto. En este Barça, parece que la tendencia a ser más vertical provoca que el centro del campo tenga menos protagonismo y se dependa de la brillantez de los tres genios en ataque. En Liga puede ser que salga bien pero ante los rivales directos, como se vio ante PSG y Madrid, el FC Barcelona es incapaz de frenar al rival.

«Vi jugar a Leo Messi»

El Camp Nou se puso en pie por tercera vez, como mínimo, en lo que iba de partido. Messi, un devorador insaciable, marcó un gol que le define. El argentino regateó a dos rivales, tiró una pared con Neymar y definió perfectamente desde la frontal. Potencia, calidad y talento.

Tras el partido, el FC Barcelona homenajeó a Messi con un emotivo vídeo que acabó con pitos a Bartomeu y Zubizarreta. Messi cerró, por lo menos durante un tiempo, la puerta de las críticas para abrir la de la historia.


«Tengo nostalgia del presente cada vez que juega Messi. Soy hincha fanático de este lugar en el mundo y de este tiempo histórico. Porque, me parece a mí, en el Juicio Final estaremos todos los humanos que han sido y seremos, y se formará un corro para hablar de fútbol, y uno dirá: yo estudié en Amsterdam en el 73, otro dirá: yo era arquitecto en São Paulo en el 62, y otro: yo ya era adolescente en Nápoles en el 87, y mi padre dirá: yo viajé a Montevideo en el 67, y uno más atrás: yo escuché el silencio del Maracaná en el 50.

Todos contarán sus batallas con orgullo hasta altas horas. Y cuando ya no quede nadie por hablar, me pondré de pie y diré despacio: yo vivía en Barcelona en los tiempos del hombre perro. Y no volará una mosca. Se hará silencio. Todos los demás bajarán la cabeza. Y aparecerá Dios, vestido de Juicio Final, y señalándome dirá: tú, el gordito, estás salvado. Todos los demás, a las duchas.»

Hernán Casciari

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Esteban Borrell, FC Barcelona

¿A qué juegan?

En el mundo del fútbol, como en el de la filosofía, tal y como nos enseñó Platón con sus diálogos socráticos, el relato de historias “entre dos” -de las que se derivan sabias conclusiones pensadas y emitidas por estimulación “del otro”- es una buena manera de analizar el planteamiento táctico que encuadra un estilo de juego. ¿Por qué? Pregunta Pep Guardiola, responde Luis Enrique. Un diálogo hipotético podría transcurrir de la siguiente manera:

Pep. – Entonces, si he entendido bien, basas tu idea de juego en la pelota. Pero basados en la pelota existen muchos equipos, y con virtudes completamente diferentes. Pues el Madrid de Ancelotti, el Chelsea de Mourinho en Premier, el Arsenal o, entre otros, la Juventus en Serie A, también tratan de jugar con el balón. Entiendo, pues, que usted apuesta por la pelota sabiendo que eso conlleva muchas variaciones tácticas

LE. – Así es.

Pep. – Sin embargo, creo que su estilo de juego no se asemeja a ninguno de los mencionados anteriormente. ¿O acaso, Luis Enrique, piensas que centrarse en la pelota se ve representado en el Chelsea? No creo, en ningún caso, que pienses eso.

LE. – Cree bien, Pep, y comprendes a la perfección mi pensamiento.

Pep. – Si es así, responde mi pregunta. Dime, pues, si para usted jugar con la pelota es simplemente tener más posesión que el rival. Si tratar de robar el balón cuanto antes para atacar es, o no, jugar con la pelota. Si hacer llegar el balón rápido a sus atacantes es, o no, jugar con la pelota. Si tocar en su propio campo, evitando que el rival ataque, es jugar, o no, con la pelota. Si usted me preguntara: “¿Qué es jugar con la pelota?”. Yo le respondería que los ejemplos anteriores se alejan de mi idea de juego. Que jugar con la pelota es atacar moviendo el balón, en el centro del campo, para desactivar al rival. El centro del campo debe ser el más poblado y donde más rápido debe moverse el balón. Pasar, pasar y pasar. Jugar en campo rival y cuidar la pelota.

LE. – Su respuesta sería acertada, Pep.

Pep. – Pues respóndeme tú también, Luis. ¿En qué se basa su idea de jugar con la pelota?

LE. – En la creación. Todo debe girar en torno al centro del campo que debe mover el balón para tratar de crear ocasiones. Generar superioridades y desarbolar a las defensas rivales. Los espacios se generan moviendo rápido el balón y no invitando al rival a atacar para cogerle desprevenido.

Pep. – Ya suponía yo que era ésta tu respuesta pero te he formulado las preguntas para tratar que la discusión llegue a su término ordenadamente. Te he preguntado algo que parecía evidente a fin de que llegue a conocer mejor su idea de juego. Si es como dice, ¿por qué no la practica? ¿Por qué basa su juego en acumular jugadores en la parte de ataque y no en el centro del campo? ¿Por qué su zona de creación es solo ocupada, por momentos, por Leo Messi? Piense bien las respuestas. Tiene más de seis meses para responderlas.


«Lo que vamos a tratar es lo de siempre: es tener la pelota, atacar,

evitar que el rival la posea y que construya daños que nos dañen»

Marcelo Bielsa

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Destapados

El frío ha llegado (por fin) a Barcelona. Saquen de una vez por todas el edredón y la manta del armario y prepárense para vivir uno de los mayores placeres de la vida. Frío y calor se juntan en unos segundos mágicos. Pero también se pueden volver incómodos. Un edredón corto es sinónimo de molestia. En el momento que un pie se desliza fuera del edredón en cuestión, todo cambia. Si eso les ocurre, ármense de paciencia. Por mucho que traten de resguardar sus pies, los problemas llegarán cuando, indirectamente, destapen la parte de arriba. Y así, entrarán en un círculo del que solo podrán salir reajustando su edredón o manta. ¿Reajustando? ¿Cómo se hace eso?

El frío no ha llegado solo a la ciudad, parece que el FC Barcelona se ha contagiado. Luis Enrique tenía claro que no iba a empezar su nueva casa por el tejado; la defensa iba a ser lo primero que debía mejorar. Y así fue. Bravo batió un récord de imbatibilidad y, eludiendo el partido de París, parecía que esa faceta se había arreglado. La manta del técnico asturiano resguardaba sus pies pero no su cabeza. Teniendo a Messi, a Neymar y, posteriormente, a Suárez en ataque, se lo podía permitir aunque se esperaban cambios progresivos.

El Barça debía reajustar su manta para no pasar frío. Es por ello que debía equilibrar todas las líneas para crear un equipo competitivo. Ante el Real Madrid, todo se vino abajo. Los blancos superaron a los blaugrana en todas las facetas del juego. Con los pies, los brazos y la cabeza destapada, el Barça pasó una mala noche. Los de Luis Enrique no pudieron conciliar el sueño a pesar de haberse comprado una almohada uruguaya, no precisamente barata, que iba a mejorar su comodidad. La almohada funcionó pero el resto del cuerpo se enfriaba a medida que pasaban los minutos. El frío ganó la partida al calor.

Ante el Celta, el Barça se preparaba para pasar una noche tranquila. Un vaso de leche caliente, una manta y su nueva almohada. Ante un rival, a priori, beneficioso, todo hacía presagiar un sueño placentero. Sosegados y confiados, la noche parecía empezar como se esperaba. Pero todo cambió cuando un mosquito, en forma de palos, le picó cuatro veces. La desesperación se adueñaba de un Barça que cada vez dejaba más al descubierto sus pies. Y así, en una ráfaga de viento, Larrivey los dejó sin protección. El frío volvía a ganarles la partida. Eso sí, esta vez, la mala suerte se cebó con un Barça que mereció más.

Tras dos noches sin poder dormir del tirón, los culés viajaban a Amsterdam. Tocaba aprender de los errores y demostrar que las críticas debían quedarse en el olvido. Pero los síntomas fueron preocupantes. Los primeros 45 minutos fueron, probablemente junto a la segunda parte del Bernabéu, los peores de la temporada. El Barça estaba resfriado y el Ajax lo aprovechó para pasarle por encima. Nulos en la presión, descontrolados en defensa y poco eficaces en la creación. La manta había desaparecido y los de Luis Enrique temblaban. El Barcelona recordó, en muchos aspectos, al Madrid de hace unos años. La única forma de reaccionar fue a través de Messi, haciendo de calefacción, para conseguir tres puntos muy importantes.

El club blaugrana no debe sumirse en el ‘resultadismo’ que existe en el fútbol moderno. Si eso ocurre, la filosofía e identidad del club, tan complicada de adquirir, se irá perdiendo poco a poco. Ante el Celta, el Barça jugó mucho mejor que ante el Ajax pero las críticas fueron mucho peores. El fútbol moderno se centra en resultados y no en cómo se trata de conseguir ese resultado. En Can Barça, querido Lucho, no vale todo. Hable usted de fútbol y no de estadísticas ni posiciones que seguro que, a la larga, vendrán ambas de la mano. Ah, y no olviden taparse bien.


«El secreto de un buen equipo está en el orden, que todos sepan lo que hay que hacer»

Pep Guardiola

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El factor sorpresa

«Sorprender: tomar desprevenido a alguien»

Hay dos formas de interpretar la victoria del FC Barcelona ante el Granada. La primera, se podría definir así: «Lo último que deberíamos perder es la capacidad de sorprender a los demás». El Barça ha vuelto a ser imprevisible por momentos. Los de Luis Enrique se han gustado sobre el terreno de juego. En las primeras jornadas, el Barça ganaba pero lo hacía sin convencer. El equipo había mejorado notablemente en la presión y en tareas defensivas pero necesitaba algo más en ataque. El rival cedía las bandas y eso causaba grandes estragos en las llegadas del Barça. Tras el empate en La Rosaleda, el FC Barcelona ha dado un paso adelante para volver a su verdadera identidad.

La segunda interpretación está relacionada con la primera, aunque no son necesariamente complementarias: «No pretendo sorprender a nadie, sino convencerme a mí mismo». El FC Barcelona tiene una idea de juego marcada. Pasan los entrenadores pero el ideal de juego es el mismo. Es por ello que, la mayoría de veces, el Barça no altera su juego según el rival. Ante el Granada, el Barcelona ha alcanzado picos de fútbol que se acercan a su ideal de juego.

Si bien es cierto que los de Luis Enrique salieron al campo de manera diferente a como lo hicieron en Málaga, el Granada también facilitó las cosas. Por momentos, el FC Barcelona volvía a caer en una espiral en la cual chocaba contra un muro y tenía que recurrir a los laterales para atacar. Alves y Adriano debían regatear y centrar con precisión. Después de eso, Munir, Neymar o Messi debían ganarle la partida a la defensa para rematar. Misión (casi) imposible. Obviando el fallo de Yuste, clave para entender el bajón del Granada, los de Luis Enrique han conseguido sorprender, por primera vez en esta temporada, por todas las zonas de ataque.

Antes del 1-0, y posterior desangramiento del Granada, ya se vieron cambios en el conjunto local. Messi parecía volver a la posición de falso nueve. Algo providencial para entender las posiciones de Munir y Neymar. Leo venía jugando de mediapunta, dejando el centro del ataque a los dos teóricos extremos que acababan provocando un embudo en la zona central. El Barça se atascaba. Ante los de Caparrós, Messi se adelantó unos metros y Neymar y Munir, hoy extremos, jugaron más pegados a banda. Así, los laterales se sentían oxigenados al llegar a la zona de ataque y Messi gozaba de más espacios. Se esperaban cambios y Luis Enrique reaccionó.

El 1-0 dejó claro que un error contra el FC Barcelona puede ser mortal. Yuste regaló medio gol para hundir a los suyos tras un gran comienzo. A partir de ahí, llegó el festival culé. Messi y Neymar se desataron, un día más, para hacer jugar al equipo. Pero iban a tener un nuevo acompañante: Xavi Hernández. El centrocampista volvió a brillar en la creación. Con un Granada tocado por el primer gol, Messi se inventó dos regates y dos grandes pases pasar poner, sucesivamente, el dos y tres a cero.

Con 3-0, el Barça debía aprovechar para gustarse. Caparrós trató, en vano, de evitarlo con los cambios. Luis Enrique aprovechó para rotar en vistas del encuentro del martes en París. Pero eso no hizo bajar el nivel. Messi y Neymar certificaron lo que promete ser una dupla histórica en Can Barça. Paredes por doquier, pases al espacio, diagonales, desmarques. Se dieron un festín. Disfrutaron. Y con el ’10’ y ’11’ disfrutando, el Granada se veía totalmente impotente.

El partido acabó con un abusivo 6-0 de un equipo que parece ir a más. Los de Caparrós pagaron los platos rotos de La Rosaleda y deben olvidar cuanto antes la derrota. Por su parte, los de Luis Enrique llegan a París en el mejor momento de la temporada y ante un PSG que ha dejado muchas dudas. El Barça debe demostrar el martes que el factor sorpresa ha vuelto y que ha dejado atrás el ser un equipo previsible. La tarea es compleja.


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A la espera de cambios

La afición del FC Barcelona tiene el listón alto. Altísimo. A pesar de venir de una temporada floja, el juego es fundamental. Cuatro victorias y un empate suenan a un debut más que prometedor de Luis Enrique. Pero la dinámica ha cambiado en Can Barça. Además de ganar, hay que hacerlo jugando bien. Ustedes dirán: ¿Qué es jugar bien? En el FC Barcelona, todos miran al mismo hombre: Pep Guardiola. Hay que seguir el juego de Pep. ¿Lo hace Luis Enrique? ¿La plantilla puede adaptarse a ese juego?

Para responder a esas preguntas, hay que desmenuzar el estilo de Guardiola. El ahora entrenador del Bayern de Múnich, apostaba por un claro 4-3-3 en el cual Messi jugaba de falso nueve. Combinaciones, velocidad, verticalidad y, sobre todo, movilidad. Messi era la piedra angular de un equipo plagado de talento. Leo gozaba de espacios entre el centro del campo y la defensa rival que aprovechaba para recibir y, posteriormente, asistir o anotar. El hecho de jugar con dos extremos facilitaba la labor a un Messi que disponía de libertad total en la zona de ataque.

Las cosas han cambiado. Xavi por Rakitic. Extremos por delanteros. Falso nueve por mediapunta. Luis Enrique debe tratar de encajar un puzzle con muchas incógnitas. La primera: la posición de Messi. Con Martino, el ’10’ venía jugando, prácticamente, de delantero centro. Diez eran los metros que solía frecuentar en la zona de ataque. Su movilidad era mucho más limitada a la otras temporadas y eso hizo bajar su rendimiento. Es por ello que Luis Enrique ha decidido cambiar su posición para colocarlo como un diez puro. Un mediapunta. Ahora, Leo recibe más el balón pero está más lejos del área. Ganas en la creación, pierdes en la ejecución.

Luis Enrique ha optado por una pequeña revolución en sus acompañantes. En las últimas temporadas, Messi siempre jugaba acompañado de dos extremos, más o menos pegados a banda, que ayudaban a generar espacio en el centro. Según lo visto en este inicio de temporada, los extremos pasan a ser, prácticamente, dos delanteros centros. Neymar, Munir o Pedro, los habituales titulares, dejan la banda para tratar de tirar diagonales a la espalda de la defensa. Sí, a la espalda de la defensa. El problema llega cuando las defensas esperan cerca de su área, imposibilitando huecos a su espalda. Empieza a poblarse el centro.

Luis Enrique cambia el 4-3-3 de Pep Guardiola por un 4-1-2-1-2 o 4-3-1-2 con Messi de mediapunta. Este cambio puede deberse también a la entrada de Rakitic por Xavi. El asturiano busca ganar presencia en el centro del campo. Xavi no cuenta, de momento, para el entrenador culé. Así, Luis Enrique protege el centro pero descuida las bandas. Con los extremos como teóricos delanteros centro, las bandas son responsabilidad de los laterales.

Jordi Alba y Dani Alves no pasan por el mejor momento de su carrera. Ambos laterales parecen haber perdido precisión en un equipo que no admite fallos. Ambos jugadores llegan y lo intentan. Una y otra vez. Pero las imprecisiones se suceden. Y así, llega el embudo en la zona central. El juego es más lento y, por tanto, más previsible. El Barça no sorprende. El aficionado culé está a la espera de cambios.


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